Maria Moya
¿Cómo se “cocina” un Aruscitys?
El programa se prepara el mismo día. Desde primera hora recopilados lo destacado de la televisión del día anterior y de esa misma mañana. Escogemos las mejores partes y preparamos los cortes del programa. Recogemos información de todos los portales y webs de prensa del corazón, crítica televisiva, tendencias, moda, psicología…
No es un programa al uso…
No tenemos un guión, sino una pauta. No está minutado y es en directo cuando el programa va tomando forma a través de las directrices de Alfons Arús.
¿Cuál es el secreto del magazine más veterano de toda la televisión?
La esencia de Alfons. Creo que es el comunicador más importante de este país. Sabe transmitir con mucho humor la actualidad, tiene un dominio increíble del tiempo y ve más allá de lo que otras personas ven. Él marca el tono del programa, es como un director de orquestra: coordina todos los instrumentos –colaboradores, tiempos, secciones…- para que todo suene bien. Tiene la virtud de sacar lo mejor de todos los que estamos ahí.
¿Cómo lo hace?
Nos potencia. Aunque tengamos una pauta del programa, improvisamos las bromas, los gags, cuando damos paso a determinados videos… Te hace mejor profesional porque te da paso cuando cree que podrás hacer el comentario más adecuado en un momento determinado. Delante de la cámara somos un equipo de nueve personas, todos tenemos algo que decir siempre, pero Alfons sabe en qué momento cada uno de nosotros puede ser más divertido, ocurrente o inteligente. Esto solo es propio de los grandes comunicadores.
¿Qué es lo que a la gente le gusta del programa?
La gente por la calle me dice que transmitimos muy buen rollo y que tratamos la actualidad con un humor muy ocurrente, no agresivo e inteligente y, vernos cada día les ayuda a desconectar de los problemas diarios. El tono del programa es lo que hace que tengamos esta audiencia tan fiel.
¿Cuál es tu sección favorita?
Antes hacía informativos y no estaba metida en temas de corazón, y la verdad es que la prensa del corazón ha sido todo un descubrimiento para mí. Es muy divertido y saca la parte más cotilla todos, pero la sección que más me gusta es “La Teletúlia”. El mundo de la televisión, el espectáculo que da y lo que provoca en la gente me parece algo fascinante. Analizar la parrilla con profesionales de la crítica televisiva me encanta.
¿Y la pareja del panorama actual que te tiene más intrigada?
Me ha sorprendido mucho el dúo Mario Vargas Llosa i Isabel Preysler. Me fascina por el tema de la edad: que a los 80 años una persona se vuelva a enamorar; y la combinación Premio Nobel con celebrity, “mujer de” que se ha dedicado a vender su vida personal y a ser imagen de marcas. Me divierten mucho porque como pareja porque hacen cosas de adolescentes.
¿Dónde se encuentra el límite ético del periodismo del corazón?
Como neófita de este tipo de prensa y, a veces, empatizando mucho con los personajes de los que hablamos, creo que el límite está en el respeto. Hay famosos que viven de la prensa del corazón, indirectamente han autorizado que se hable de ellos. Con estas personas puedes permitirte la licencia de profundizar más y hacerlo con más humor.
¿Y en el caso de los personajes que son conocidos por su profesión?
Les toca de casualidad aparecer en revistas o programas del corazón pero son personajes públicos al fin y al cabo. Es positivo hablar de sus vidas, siempre y cuando se haga con respeto. Nunca aceptaría informar sobre una situación manipulada o mentir sobre la vida de alguien.
¿La mentira es algo habitual de la prensa del corazón?
No suele pasar. Si una revistas, por ejemplo, insinúa una relación entre dos personas con una imagen inocente de éstas cenando o dando un paseo, es porque tienen la información pero no disponen de pruebas.
¿Qué programa te ha causado más fascinación?
Iba a la universidad cunado se emitía. “Confianza ciega” (2002) supuso un antes y un después en los reality shows. Era el primer programa en el cual se mostraba en vivo una infidelidad.
¿De qué iba?
Era un programa de parejas. En un destino paradisíaco, los chicos convivían por un lado y las chicas por otro. Buscaban que fueran infieles los unos a los otros. Llevaban a mujeres exuberantes para que convivieran con los hombres, y galanes a casa de ellas para que los sedujeran. Las cámaras lo grababan todo y después enseñaban a los chicos y chicas el coqueteos o la infidelidad de la respectiva pareja. Esto provocaba muchos celos, está claro.
El concursante, por un lado, veía como su pareja flirteaba con alguien i, por otro lado, tenía en casa la tentación y la posibilidad de vengarse con alguien que le estaba seduciendo.
Me alucinaba el hecho de que alguien quisiera ir a la televisión a poner a prueba a su pareja, teniendo en cuenta que la mayoría de veces terminaba en ruptura.
¿Te impactaría ver un programa como este hoy en día?
Llevamos el lenguaje audiovisual en el ADN. Sabemos que todo lo que sale en televisión puede ser mentira. No tenemos aquella inocencia de «Confianza ciega». Creo que lo que sentían era real, pero que estaban engañados por toda una infraestructura que los ponía a prueba.
¿Participarías en un reality?
Me encanta salir en la televisión, soy muy activa en las redes sociales, me gusta que me conozcan y conocer; no me importa que la gente sepa qué me gusta y qué no, pero convivir con otros y que me graben 24 horas es una exposición demasiado fuerte. Me daría miedo mostrar cosas tan personales como la manera en la que te levantas por la mañana, cómo te enfadas, que enseñen cuando estás preocupado o cómo lloras.
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