Antoni Socías
¿De qué estás hasta los cojines?
De muchas cosas. Está el mundo hecho unos zorros en muchos sentidos, pero… circunscribiéndome a mi terreno, estoy hasta los cojines de que el mundo del arte, ese subproducto de gestión, creación distorsionada y comunicación retórica, haya acabado por adueñarse del noble oficio de la creación.
¿En qué te has inspirado para hacer tu diseño?
La inspiración no es mi fuerte. No creo en las musas ni en las fantasías mentales sublimes. Mi forma de trabajar es el trasiego constante, que lleva de una cosa a otra sin interrupción. Para mi diseño, sucedió que estaba trabajando en mi archivo fotográfico, concretamente en una sesión fotográfica del verano pasado sobre muchachos lanzándose al mar desde una plataforma, cuando surgió el encargo. Hice unas pruebas con esas figuras y me pareció que aquel conjunto podía convertirse en un gran diseño.
¿Qué has querido transmitir con este diseño?
Evolución constante, animación continua, esplendor en movimiento; y la congelación del tiempo doméstico.
¿A quién regalarías este cojín?
A cualquiera que sepa apreciarlo. Sin más.
¿Crees que en los últimos años ha habido un incremento de ilustradores o que ahora tienen más visibilidad?
En los últimos años ha habido un incremento exponencial en todos los órdenes, excepto en puestos de trabajo. Hay más ilustradores, más fotógrafos, más artistas, del mismo modo que pueda haber más biólogos, peluqueros, reponedores de supermercado o matemáticos. No estoy interesado en que haya más o tengan más visibilidad, sino en que su trabajo sea de auténtica calidad, que tenga sentido. Vivimos dentro de una burbuja de situaciones miméticas, de orden endogámico, de la que surgen muy pocos creadores realmente perturbadores.
¿Hay algo que se te haya resistido a dibujar?
En principio no. He redescubierto el dibujo, después de años de no utilizarlo, y me he dado cuenta de que se me da muy bien, de que no he perdido facultades sino al contrario. («El Arte es una cosa mental…», decía en gran Leonardo da Vinci hace varios siglos.)
¿Qué nuevos proyectos tienes?
Acabo de cerrar el pasado domingo, día 12 de junio, una gran exposición en CGAC de Santiago de Compostela (Centro Galego de Arte Contemporánea), una muestra de unos 1.400 metros cuadrados con 135 obras. Actualmente estoy preparando dos proyectos. Uno a nivel privado, un encargo muy interesante; y otro al máximo nivel oficial, junto a un escritor y periodista de renombre, un proyecto en el que tengo puestas muchas esperanzas, por lo complejo del reto.
¿Cuál fue tu primera ilustración o dibujo?
No recuerdo un inicio concreto. Llevo dibujando y pintando desde que tengo uso de razón. A los doce o trece años, mi padre me inscribió en un curso de dibujo y pintura por correspondencia y conservo todavía una pintura de esas época representando la cara de un bull-dog.
¿Qué es lo más positivo que te ha pasado estos últimos años?
Haber podido sobrevivir a la puñetera crisis capitalista con más fuerza que antes. Nos han robado a manos llenas a la puerta o dentro de nuestra propia de casa, a plena luz y nos hemos dejado. Pronto nos forzarán sexualmente sin ningún miramiento y, a buen seguro, que también nos dejaremos.
¿Qué significa para ti hogar?
Hogar significa casi todo en el desarrollo de mi trabajo a través del tiempo. En el hogar he basado y baso gran parte de mi trabajo. Mi familia y mis amigos son mis modelos. Mis objetos me influyen de forma definitiva a la hora de calibrar ciertas intenciones y propuestas. Uno de mis procesos de trabajo, titulado Sweet Home Cabaneta (vivo en Sa Cabaneta / Mallorca), consistió en pasarme ocho meses reptando como una lagartija por casa, dedicado por completo a la tan absurda como noble labor de descubrir fotográficamente insignificantes tesoros; maravillas de la percepción que, de forma mecánicamente obligada, suelen pasarnos a diario desapercibidas.
¿Qué haces para no estar hasta los cojines?
Leer buena literatura, ver buen cine, estar rodeado de buena gente y, sobre todo, trabajar sin descanso todas las horas posibles.
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